domingo, 15 de abril de 2012

La blogosfera como campo

Creo que si algo nos enseñó esta experiencia fue precisamente la inmensa posibilidad que ofrece la blogosfera. Todos podemos ingresar, y ser lectores, o elegir un poco más de actividad, y ser escritores. Con poca o mucha dificultad, cada uno de nosotros terminó dando forma a sus ideas escribiendo y diseñando un espacio personal, el blog. Sin embargo, y respondiendo a una de las preguntas, yo no me siento protagonista.

Considero que el protagonismo en la blogosfera debe surgir, en primer lugar, de un interés por tenerlo: por publicar, por dar a conocer una faceta personal, mi creatividad, mis producciones, por relacionarme con gente de intereses similares y hacer que vaya creciendo una red propia, a la vez de hipervincular mi blog con la red misma. No dudo que para muchas personas la experiencia les haya resultado sumamente interesante, se hayan “enganchado” con la escritura virtual y a partir de ahora, mantengan el blog. Para otros puede simplemente haber sido una tarea difícil que por fin terminó.

Otra característica necesaria para el protagonismo, es el tiempo. Aún cuando la red esté fuertemente regida por la exigencia de inmediatez (en los posteos y en las respuestas), todo blog va creciendo poco a poco, con un ritmo más o menos fuerte dependiendo de la dedicación del autor. Pero se requiere tiempo para que las visitas se multipliquen, para que la dirección se convierta en enlace desde otras páginas, para que se genere un estilo íntimo y personal que dé identidad a ese espacio. La jerarquía propia de la blogosfera da permiso a que cualquiera ingresa, pero de modo similar a los campos (como sostiene Bourdieu) la gestión de un cierto lugar requiere de capitales. El valor de cambio, o uno de ellos, son precisamente los hipervínculos referidos, y aquellos que refieren a mi blog en particular. Siguiendo a Estalella, podemos reemplazar el concepto bourdieuano de campo por el de comunidad, sosteniendo que aún cuando se desarrolle sobre la base virtual, la blogosfera implica nuevas formas de interacción, sociabilidad, experiencias y construcciones de sentido. Esta participación de un espacio mayor y colectivo entra en inevitable tensión con lo personal del blog, con el control que el autor ejerce sobre él, sus contenidos y respuestas (comentarios).

A la vez, en la medida en que un autor va desarrollando su blog, se va interiorizando con las competencias necesarias para hacerlo, va conociendo y relacionándose con otros autores que pueden guiarlo, etc. Es decir, y subrayando mi idea anterior, mientras más tiempo se mantiene un blog, más puede crecer en calidad tanto su diseño como las producciones. De esta forma, el autor, en función de sus intereses, va implicándose en un proceso de aprendizaje que lo puede llevar a ser un hiperlector. La escritura, la producción en general, implica y requiere una exploración paralela de otras producciones, diversas lecturas que amplíen lo conocido.

Es así como las prácticas sociales y simbólicas que implica la construcción de un blog se interrelacionan con detalles técnicos referidos al formato y al diseño. Estas dimensiones, como afirma Estalella, son inseparables, complementarias y constitutivas, como también lo son las funciones comunicativa y conectiva del blog.

En definitiva, considero que los blogs son herramientas de muchísimo potencial para el desarrollo de prácticas de lectura y escritura digitales, para emprender un proceso de aprendizaje que afiance y desarrolle las competencias requeridas. Es un espacio sumamente abierto y a explorar, del cual cualquier lector puede hacer uso para difundir sus ideas. En este sentido, fue un excelente medio para poner en juego mis reflexiones sobre la temática y darles forma. Simplemente busco llamar la atención sobre ciertas condiciones necesarias para que un blog sea efectivo participante de la comunidad de la blogosfera.

Leer, escribir, educar. Los estallidos de hoy en día

Basta mirar alrededor, en cualquier momento, en cualquier lugar, para notar cómo la tecnología se halla omnipresente en nuestras vidas. Celular, MP3, netbooks, computadoras, los diversos aparatitos son, de alguna forma, la punta de un iceberg de cambios tan interiorizados, que a veces cuesta identificarlos.

De la mano de este estallido tecnológico, hoy convertido en vorágine de reemplazos, surgimientos, combinaciones y desplazamientos, diversos conceptos han estallado. La virtualidad y el ciberespacio relativizan las nociones de tiempo y; las nuevas condiciones de producción, fuertemente mediadas, los conceptos de texto, lectura, escritura, autor y lector. En la web, forma y contenido se encuentran fuertemente interrelacionados, de modo tal que la escritura va acompañada de otro proceso paralelo de diseño.

El hipertexto es el mejor ejemplo de estas particularidades. Quien lo desarrolla, está creando una arquitectura global que se abre hacia diversos textos otros, nodos de información relacionados a partir de diferentes criterios. Se desmonta así una lectura meramente lineal y se integran, además, diversos contenidos, presentándole al lector (ya sea usuario, navegador o hiperlector, según su grado de participación) una serie de oportunidades, entre ellas: ampliar ideas, buscar nodos relacionados, acceder a otros contenidos y en algunos casos, interactuar con lo producido, modificándolo a gusto. Lo que se ofrece es entonces un rizoma, una estructura descentrada de múltiples sistemas semióticos relacionados, pero independientes entre sí.

La reflexión sobre estos nuevos tipos de producciones abre el debate acerca de lo que posibilitan, pero también de sus peligros. De fondo, pueden entreverse las cuestiones de la democratización de la producción de material web, pero también, el riesgo de la falta de estructuras, de generar laberínticos recorridos sin centro ni criterios. La potencialidad de los hipertextos surge de considerarlos una posibilidad de participación, como así también de relacionarlos a la lógica de pensamiento e incluso de aprendizaje. En este sentido, cualquier lector puede convertirse en escritor también, dar rienda suelta a la imaginación y a la creatividad para encausarlas en un texto que se relacione con los otros de innumerables formas. O, simplemente, recorrer la web guiado por su curiosidad y sus intereses. Pero también es necesario pensar cuán posible es esto: cuántas personas tienen una verdadera posibilidad de acceso a Internet, de relación con sus contenidos y de desarrollo de las capacidades necesarias para convertirse en productores. Qué rol tenemos los docentes en esto, cómo favorecer, cómo achicar la brecha, cómo guiar sin determinar. Cómo brindar herramientas para que un lector no se sienta perdido en la web, inmenso mar a navegar.

Si en la actualidad el estallido de los conceptos permite grandes posibilidades de libertad, creación y re-creación, de fondo se hace necesaria, nuevamente, la educación. Pero una educación que abra las puertas a los cambios, a las nuevas mentalidades e identidades, a las innovadoras formas de gestión que traen los alumnos. Que se mantenga actualizada a partir de una interrelación con los alumnos, pero también a partir de la experiencia de estas nuevas formas de lectura y producción.